Las abejas sin aguijón son un grupo de organismos culturalmente muy importantes para los indígenas latinoamericanos, ya que ha sido una fuente de alimento y medicina durante miles de años.
El órgano picador es vestigial y no tiene uso en ocasionar lesiones a los enemigos mayores, pero estas abejas no son impotentes. En grupos se lanzan sobre aquellos que amenazan el nido, introduciéndose en las fosas nasales, oídos, pelo y ojos. Aunque la mayoría emplea las mandíbulas solamente para morder, algunas depositan un fluido originado en las glándulas de las bases de las mandíbulas. Las abejas atacan cuando se les molesta o se sienten amenazadas, sus nidos están siempre densamente poblados, agresivamente defendidos y de construcción única.
Éste grupo tiene sus orígenes en África aproximadamente hace unos 120 millones de años. Actualmente se encuentran en Australia, Nueva Zelanda, África Sureste de Asia y América.
Hoy en día se sabe de más de 400 especies distribuidas en las zonas tropicales del mundo.
Muchos están localizados en cavidades naturales, usualmente en el suelo o en troncos de árboles pero a menudo en sitios raros como esqueletos de animales o incluso en nidos de termitas u hormigas.
Al igual que la abeja mielera europea, son insectos sociales, viven en colonias diferenciadas en castas de obreras, machos y reina, pero a diferencia de éstas la reina es fecundada solamente una vez y por un solo macho.
Las abejas sin aguijón son generalmente benefíciales debido a su actividad polinizadora, aunque ocasionalmente dañan cultivos de fruto, especialmente cítricos, cortando las flores que usan para construir sus nidos.
Las abejas sin aguijón son parte de nuestra cultura desde antes de la conquista. A sus mieles se les atribuyen virtudes medicinales desde tiempo precolombinos, siendo empleadas para tratar afecciones de la nariz, oído, garganta, pulmones, heridas y quemaduras.
En México, los hispanos monopolizaron la producción de miel nativa en Yucatán, imponiendo fuertes tributos a la miel y a la cera a los indígenas, canalizando dichos productos principalmente para Europa.
La miel y la cera fueron productos comercializados por los indígenas para pagar los impuestos a los colonizadores; la cera se exportaba a España y se conocía con el nombre de cera de Campeche.
Los mayas yucatecos sostienen que esta miel de la melipona es buena para agudizar la vista, y también para curar inflamaciones en los ojos.
La cera también cuenta con aplicaciones precolombinas que continúan entra la población actualmente. Se aplica para la manufactura de velas, artículos contra el agua y formación de íconos religiosos. Es un adhesivo común material para relleno y lubricante.
Desgraciadamente, esta abeja fue desplazada poco a poco cuando, fue introducida al país la abeja europea. No obstante, la miel de la melipona es tan apreciada que se cotiza entre 800 y 1,200 (us$60) pesos el litro, a diferencia de la otra, mucho más barata.
Los mayas de Yucatán suelen cultivar a las abejas en troncos que cuelgan desde los techos de sus casas, también creen que cuando una persona que posee colonias de abejas muere, las abejas se irán a menos que el heredero vaya inmediatamente después de la muerte a avisarles a estas del deceso. Según ellos las abejas necesitan saber que alguien las cuidará. Además, si el cultivador visita un cementerio, no debe visitar las colonias en tres semanas, porque acarreara la tristeza del cementerio.
Si te interesa saber más sobre la conservación visita el Web de la Fundación Melipona Maya
Para saber más sobre la gente que cría a estos organismos ve esta entrevista hecha a un apicultor de abeja melipona en la sierra norte de Puebla.